Las obras que no se ven
Las obras que no se ven. Jesús H. González de León .
Es fin de semana, los niños ya salieron de vacaciones, se aproximan los días santos, tiempo que debería ser de respeto y para meditar. Estos días vienen cargados de cierta melancolía, por su significado, son época de arrepentimiento. Sin embargo algunos con trabajo acumulado en exceso, esperan con ansia irse de la ciudad, a divertirse o simplemente a cambiar de aires y descansar de las tensiones. Otros se quedan a trabajar, preocupados por el bienestar económico. Es difícil irse para estar en silencio y consigo mismo. Vivimos acostumbrados a las comodidades, al ruido al entretenimiento.
La salud física muchos la descuidan, algunos cultivan la educación en el aspecto mental y cultural, pero el crecimiento espiritual queda en el olvido. Esto ocasiona problemas que van desde la violencia intrafamiliar, el suicidio, madres solteras, robos, corrupción, prostitución, drogadicción, pandillerismo, graffiti y hasta guerras. Y esta omisión tiene sus consecuencias: un costo social que hay que pagar caro.
Irónicamente este descuido o falta de inversión en valores nos impacta en la economía, porque hay que pagar mas impuestos para atender esos problemas sociales, haciendo mas cárceles, mas centros de rehabilitación, de salud mental, mas hospitales, mas gasto en vigilancia policíaca, en dotar de servicios a colonias irregulares que fueron producto de corrupción.
¿Donde quedo la prevención de delitos, las clases de moral y de ética en los programas de educación básica, en las preparatorias o universidades? Si bien cada quien es libre de profesar la religión que quiera, esto no implica que a cada quien no se le deba impartir la suya. El sistema educativo, salvo raras excepciones, ha omitido el desarrollo del espíritu, como si este no existiera, haciendo un énfasis en mente y cuerpo. La educación y fomento de valores, los ejemplos de honestidad e integridad, esas obras que no se ven, que no son tan aparatosas, pero si igual, o mas necesarias que algunos servicios, porque permiten aspirar y tener una vida mas digna. Esas obras dan frutos en el largo plazo, porque son como el tronco y la raíz del árbol de la vida humana.
Al final de nuestros días, ¿Que quedará de nosotros, un montón de huesos? ¿Cenizas?, ¿Una foto amarillenta de la que se olvidaran rápidamente? Es preferible un ejemplo de integridad, principios y valores a seguir, que aunado a las obras realizadas, puedan ser patrimonio de nuestros hijos. Esta en nosotros el escoger, luz u oscuridad, conversión o estancamiento. jesus50@hotmail.com
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